En la actualidad donde podemos conseguir algo con solo un clic, queremos que todo sea así de fácil, rápido y sin dolor.

Los seres humanos tenemos una subrutina preprogramada en nuestro cerebro que nos facilita el ser capaces de mirar hacia otro lado cuando tocamos puntos complicados.


Esto solo revela lo poco responsables que somos con nuestro papel y el mérito que hacemos para conseguir lo que queremos.


Pero, ¿Qué queremos?. Muchos evitan hacerse esta pregunta por miedo a no saber responder y lo que implica, otros porque ya conocen la respuesta y no quieren aceptarla.


En el primer caso, cuando no sabes la respuesta, se genera una especie de vacío, es como llegar a un lugar desconocido con una sensación de estar perdido.
Y en el otro caso, me parece aún más deprimente. ¿Qué es peor? ¿No saber lo que quieres ó saber lo que quieres y no hacer nada para conseguirlo?
No hay respuestas fáciles, solo preguntas difíciles.


Las preguntas difíciles son las únicas que nos obligan a enfrentarnos a la realidad de las cosas ó mínimo admitir que no tenemos idea.


Formular las preguntas adecuadas es incluso más importante que la respuesta per se.


Es nuestra responsabilidad seguir errando, pero errando cada vez mejor, hasta acercarnos a la respuesta oculta.

◐ Diego Ruzzarin